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arquitectura x
Non-permanence
We strive for our architecture to be reversible and modifiable, to use local materials and prefabricated elements, open construction that can adapt, be recycled or re used elsewhere. We conceive buildings as systems for actions and relationships, as dynamic supports for use; in essence, infrastructure that transforms what pre-exists it for the better, and can be itself transformed as conditions change.
Due to Ecuador’s permanent exposure to earthquakes, building technique, structural design, material behaviour, and how they relate to our geography and environment, are fundamental aspects that determine our work.
Away from the concept of resistance against nature and time, we view architecture as having an integral, rather than reactive, relationship with the reality it will act upon, but always as a non-permanent intervention.
Systems
As our work developed, we have focused on a non-programmatic and non-figurative approach, rather, understanding and defining architecture through its systems. In a continuous process to reach integral, essential solutions, we determined that the structural, material and organization systems become at the same time the formal systems of our buildings.
Generic architecture
Taking these principles further, recognising architecture as part of a territorial - geographic system of systems, it became clear we had to go beyond the confines of any individual site, to understand the factors we had to respond to.
Then, using universal principles of typology, geometric organization and modularity, as tools to determine a general framework, we introduce adjustments related to specific conditions of topography, climate, use, construction methods, structure and materials, to produce generic architectural solutions. These can be applied to diverse problems within this territorial system, not limited by a particular site.
Being generic, systematic models, theses architectural solutions can effectively adapt and be modified as required, to respond to the specific conditions they have to face, without losing their universal, proven, base.
Indefinition, ambiguity and permeability
As our work evolved towards larger buildings and public commissions, with varying programmatic needs, we set out to always produce public space, integral to the architecture and related to the territory. Applying these generic models, we obtain open ended adaptable possibilities, that can be appropriated by users differently as time and conditions fluctuate. Since these spaces are not necesarily contemplated in the briefs, and our aim is to generate support for use rather than fixed spaces for fixed programmes, indefinition becomes a key concept to explore.
Consequently, these third spaces, evolve not necessarily defined or classified but rather understood within the sequence of conditions between the public and private, between inside and outside, between presence and absence.
A sort of filter, the space necessary for the elimination of hard borders or formal definitions between conditions of use, fragmenting and disintegrating both form and programme, but generating permeable spatial qualities relating to the scales and relationships architecture can generate at the borders between the building, the city and the territory.
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artículo Libro BAQ 2020 CAE-P
La botella de perfume y la canasta
Desde su creación en el año 1978, la Bienal de Arquitectura de Quito se planteó como un objetivo fundamental el reconocer y premiar la excelencia en la producción arquitectónica (urbana, paisajista, de interiores, mobiliario, teórica, etc.), primero a nivel local y regional, luego a nivel continental y mundial.
A medida que el ámbito de la BAQ se amplió, así mismo los premios cambiaron para abarcar ese cambio de escala, pero además para asimilarse, encajar o competir con una cantidad creciente de bienales y eventos similares en Iberoamérica.
Había que destacarse como evento, hacerse notar, ser más atractivo e innovador.
A la par, sin que muchos lo noten y seguramente sin una clara intención detrás más que la de seguir las tendencias de moda, el reconocimiento y el foco de atención pasó de la arquitectura a los arquitectos.
Llegó un punto, quizá a mediados de los 2000, en donde la Bienal empezó a gravitar alrededor de los arquitectos y su posición frente al mundo, y no alrededor de sus obras y su efecto sobre la realidad de los usuarios y entorno.
Es así que la BAQ se volvió el evento para celebrar y ¨ argumentar¨ las diversas posturas, visiones, aproximaciones o interpretaciones alternativas, que hacían única e innovadora, pero, sobre todo esencial para el mundo, la presencia de el arquitecto o el colectivo de arquitectos, más allá de la arquitectura que produjeran.
La producción arquitectónica, la obra, pasó no solo a segundo plano, si no a ser un pretexto para exponer la posición frente al mundo de determinados arquitectos, y, cómo esta posición debía guiarnos hacia un futuro ideal.
Mientras tanto, aproximadamente el 70% de la población del planeta, y el 80% de la del país, construye sin arquitectos. Es decir, no tiene acceso a una arquitectura que resuelva de manera técnica, segura, cómoda y digna sus problemas más básicos, problemas que en su esencia han cambiado muy poco desde que el ser humano necesitó de la arquitectura para resolverlos.
Paradójicamente, el perfil del arquitecto aparentemente evoluciona, cambiando cada vez más para distanciarse de su rol en la producción de soluciones a estos problemas fundamentales del ser humano.
El arquitecto entonces ya no produce arquitectura, es un provocador, un especulador, o a lo mejor un ¨generador de confluencias¨ que, eventualmente resultarán en arquitectura, la cual puede o no resolver el problema que la requirió, pero eso si, siempre representará unos principios personales o colectivos muy ¨potentes¨.
En consecuencia, la producción arquitectónica se volvió prácticamente intangible; imposible de entender o relativizar fuera del ámbito de su autor y sus ideales, de su posición frente a lo que él, ella o ellos, consideran es, o no, arquitectura.
Es así que la producción arquitectónica se convierte en una representación de la posición del arquitecto frente a determinada condición y a sus ambiciones (materiales, formales, espaciales) en relación a esta; sin una carga de potencia en su discurso, sin un carácter provocador, sin los ideales del arquitecto detrás, pareciera que la producción carece de validez para su reconocimiento en bienales, academia y publicaciones.
Pero la realidad siempre reclamará soluciones reales. Y, en el ámbito de su competencia, la arquitectura está ahí para proporcionarlas.
Desde la edición 2018, la BAQ inició un proceso para ponerlas en relieve y volver a valorarlas por lo que son, la razón de la existencia de la profesión y del arquitecto.
Es la obra la que nos convoca desde hace más de 40 años, su capacidad de transformar la realidad sobre la que actúa, de ir más allá de la idea por su posibilidad de volverse ejemplar en su aplicación, de actuar sobre un problema para lograr algo mucho mayor a su solución aparente.
Es la capacidad transformadora, de intervención y articulación de las múltiples capas de la realidad para mejorarlas, no su capacidad de representación de ideales o ideas, lo que la hacen arquitectura, y, sobre todo, mucho más que el producto de un arquitecto.
Para mejor ilustrar estos principios y la indispensable vuelta a este objetivo fundamental de la Bienal de Quito, consideremos la siguiente comparación, muy básica, entre la botella de perfume y la canasta.
La botella de perfume, en su origen, sirvió para contener y dispensar este líquido, dosificándolo adecuadamente, preservando su aroma e identificándolo de otros líquidos en apariencia similares, como medicinas o venenos. Su forma e imagen dependían de la naturaleza del líquido que contenía y cómo resolvía su aplicación; se diferenciaba de otras botellas por eso.
La botella de perfume actual apenas si funciona para contener y dosificar el líquido, el paso del tiempo determinó que ya no hiciera falta diferenciarla de medicinas o venenos, su sentido práctico pasó a segundo plano sobre su potencial de representación.
¿Pero representación de que exactamente? ¿Como se representa algo tan elusivo y evocador en si mismo como un aroma, sobre todo, con una simple botella?
En el mejor de los casos, los autores del diseño de estas botellas se esfuerzan por captar algún ideal abstracto, pero en su mayoría lo que estos contenedores representan es un ideal a ser alcanzado por el usuario del perfume, un ideal impuesto por la marca o el creador del aroma como una representación de la vida o del yo que deseamos: ser más atractivos, más poderosos, más asertivos, más naturales, más atléticos, más bellos; aspiraciones y objetivos cada vez más elusivos e inconstantes, cada vez más inalcanzables, más introspectivos, confusos, pero por supuesto, siempre muy actuales.
La botella de perfume representa el ideal que el creador del contenedor, y-o del perfume, procura que persigamos, para quizá lograr cierto sentido de realización personal superficial y temporal, tan efímera como el tiempo que el aroma dura sobre nuestra piel.
Toda relación entre el contenedor y el perfume, el sentido mismo del perfume, se ha perdido en la representación de unos ideales absolutamente divorciados de la realidad posible para el usuario, y de la razón de ser fundamental del perfume.
La canasta, al contrario, parece no haber cambiado en miles de años de uso, actualizándose y adaptándose a las variaciones de sus contenidos, contexto y fabricación.
Un contenedor que depende intrínsecamente de su contenido y la relación de éste con su naturaleza y el usuario. Es así que una canasta se utiliza para atrapar peces, y con apenas cambios en su geometría, proporción del tejido y tamaño, también para acarrear frutas.
Puede (casi siempre) estar hecha del mismo material y con la misma técnica de manufactura, pero cambia en su acción sobre la necesidad, sobre la realidad de los usuarios, en función, por ejemplo, de cómo se relaciona el contenedor frente a lo que se debe contener, y, a lo que se debe dejar pasar: contener al pez mientras fluye el agua, contener a la fruta mientras deja pasar ramas y hojas.
La canasta no representa nada ni a nadie, no tiene autor reconocible ni un ideal potente que parapete su razón de ser. La canasta es.
Es la solución genérica por excelencia, permeable y variable: con el tiempo, el uso, la geografía y latitud, siempre actualizándose para cumplir su sentido, siempre en relación directa con su usuario, desde la pesca y recolección ancestrales, al contenedor multifuncional, útil en plazas o supermercados actuales.
Su belleza y utilidad, su forma e imagen siempre supeditada a su contenido, dependiente absolutamente de él, de su naturaleza, tamaño, tiempo de vida, cambio de condición, cantidad, etc. absolutamente entrelazada en el tejido de las diversas capas de la realidad a la que pertenece y sobre la que actúa.
Ni más, ni menos.
En consecuencia, para la edición 2020 de la BAQ, siguiendo el proceso iniciado en 2018, se modifican los Premios Bienal de manera integral, re-enfocando el evento de Confrontación para volver a comparar, juzgar y reconocer las obras, la arquitectura.
Se plantea una estructura de categorías por tipología, junto a un nuevo sistema de juzgamiento, que permitan valorar la calidad y pertinencia de la obra dentro de su contexto y realidad, en relación a obras similares; se procura que los jurados desarrollen un debate crítico y analítico sobre el estado del arte de la arquitectura, al estar limitados a trabajar en un proceso de juzgamiento estructurado para vivienda unifamiliar, o edificios de infraestructura pública, por ejemplo, y así para cada categoría.
Se elimina el ¨método¨ en el que los jurados buscan destacar, entre una diversidad heterogénea de obras disímiles, las que mejor representen determinada posición y visión sobre la arquitectura americana y ecuatoriana, o lo que ellos consideran que esta debería ser o representar.
La categorización comparativa por tipología enmarca inmediatamente el trabajo de cada equipo de jurados dentro de los límites de un análisis crítico, sobre cómo las obras actúan en su realidad, en función y estrictamente de acuerdo, a lo que se espera de ellas como respuesta a problemas y condiciones determinadas por la naturaleza de la tipología; y, si son excelentes, de cómo las trascienden para considerarse ejemplares.
El sistema de juzgamiento diseñado para determinar un grupo de obras equivalentes, que representen esta excelencia en la producción por cada categoría, en lugar de determinar un ganador como objetivo per se, enfocan el trabajo del jurado en dicho análisis crítico y evaluación objetiva.
Es el contenido de las actas de los jurados de los Premios de la BAQ 2020, además de los registros del proceso y debates llevados acabo por cada grupo, los que demuestran la efectividad de estos cambios, marcando un avance sustentado hacia el retorno del reconocimiento de la arquitectura como razón de ser de la Bienal.
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artículo y.a.p.a. volumen 1: ¿Qué No es arquitectura? UDLA
Katsura, ¿qué no es arquitectura?
Katsura Rikyū (jardines y palacio de retiro imperial), fue construido por un príncipe, un maestro del té y un jardinero; no por un arquitecto.
Hace casi 400 años, un campo no muy peculiar cerca de Kioto, Japón, se transformó en lo que bien podría ser el lugar más cercano al Aleph de Borges, donde todas las cosas (todos los espacios, toda la naturaleza, toda la arquitectura), están contenidas y reflejadas.
Un lugar aparentemente acotado pero imposible de definir.
Cada elemento y su disposición, cada piedra, árbol, y bambú, el fluir del agua, la distribución de los pabellones o la geometría de los techos, son de ese lugar. Como lo es uno cuando está allí.
No hay una solución u objeto planificado o definido para el sitio por un arquitecto, por el punto de vista del arquitecto, dictando lo que debería ser y pasar, lo que es útil o hermoso, lo que es o no arquitectura.
El príncipe, desde su posición privilegiada inmersa en la cultura del mundo, tiene una visión amplia, compleja y crítica de la realidad a transformase. Su perspectiva pulida y afinada por su conocimiento y experiencia del arte, la literatura, la música, al mismo tiempo ha sido educada para ser reflexiva e integral, sabia e inteligente.
No es arquitectura lo que se construye fuera del ámbito de la cultura que la demanda y la necesita. La construcción irreflexiva, que no se plantea como perteneciente y deferente a lo que la precede. La que se limita a ser una solución, sea original e inesperada, o anodina y funcional, pero carente de toda la complejidad, profundidad e inteligencia, provenientes de un entendimiento y conocimiento amplio de la cultura a la que se debe.
El maestro del té, en su hacer, combina la sensibilidad poética con el perfeccionamiento constante de la técnica. A través de los años, con esfuerzo y depuración, repite sin fin determinados procesos hasta lograr el refinamiento absoluto de sus intenciones y labores. Es el poseedor y transmisor de la tradición.
Todo para que sus privilegiados invitados disfruten de una secuencia de relaciones en el tiempo, entre el lugar, las personas, los objetos y las acciones, lo más cercana a la perfección: la ceremonia del té.
No es arquitectura la que se plantea desde el ahorro del esfuerzo. La que no procede de un refinamiento constante de la técnica y la sensibilidad necesarias para hacerla.
La que no procede así mismo, del reproceso de la tradición, de su constante adaptación y relativización.
No es arquitectura la que es un fin en si misma, la que no se hace para servir a las personas, mejorando las condiciones y disfrute de sus actividades y relaciones en el tiempo.
La que no se esfuerza por elevar acciones mundanas, hasta convertirlas en ceremonias, personales y colectivas.
El jardinero conoce y navega las condiciones del medio físico sobre el que actúa. Entiende el clima, la topografía, el territorio, lo que lo nutre o lo daña. Sabe como adaptar y modificar su lugar, usando como herramientas los elementos mismos que lo componen. Para lograr su fin nunca impone, pues si lo hace perjudica el medio que sustenta su trabajo, su vida. Es un proceso constante y fluido, apoyado en conocimientos transmitidos por generaciones, cuyos resultados y recompensas demoran en llegar.
Su quehacer transforma la naturaleza para hacerla habitable, como mínimo agradable, muchas veces sublime, sin llegar a dominarla.
No es arquitectura la que se impone sobre su lugar, sobre el territorio. No es arquitectura la que se concibe fuera de él, como un objeto independiente, auto-contenido e impermeable a su contexto.
No lo es, la que no forma parte constitutiva, como un elemento más, de los sistemas a los que pertenece y sobre los que actúa.
No es arquitectura la construcción que no permite el cambio, la evolución y desarrollo del medio físico, la que no se adapta a las condiciones que lo determinan y forman, la que las resiste y opone.
No es arquitectura la que no procura cumplir su propósito primario, para luego poder cambiar en servicio de otros posibles, hasta eventualmente usarse como materia prima para uno nuevo, y reconstituirse en algo más.
Como Katsura, como sus piedras, como su bambú.